el gélido aroma del amor
desabriga sus almas,
y apenas hay ya ramas
en las que resguardarse.
Esto es Madrid,
un nudo de asfalto.
Ya no es el Madrid de Galdós,
ni el Madrid de Larra,
tampoco el de Campoamor
o el de María Lejárraga.
Es el Madrid de Elvira Sastre,
son los versos autoeditados,
es el Madrid de un poeta en el
metro,
y de tres hombres que simularon
ser mujer
hasta ser premiados
pero sigue siendo
el Madrid de los poetas
exiliados,
solo que la guerra es otra
y los poetas son otros.
Ya no es,
Ya no es ni siquiera
el Madrid de las tiendas,
ni del vermú,
ya no es el Madrid que te abriga
en la pérdida de la patria.
Es el Madrid que te expulsa
que te arranca el hogar
y te desahucia,
que te aprisiona,
es un quiero y no puedo.
Es el Madrid que te asfixia
y te mira
desde arriba.
Madrid, es la que te invita a su
casa
pero no quiere que te cases con
ella.
Es a la que en metro visitas
porque si no, junto a ella, ya no
respiras.
Ya no es el Madrid de los paseos por
Gran Vía,
o los domingos en el Retiro.
Es el Madrid en el que te ahogas
al mirar Fotocasa.
Es el Madrid de la ansiedad
porque ya no sabemos quiénes
somos,
donde unos pierden su identidad,
y otros su intimidad,
mientras otros buscan
violentarnos.
El Madrid del smartphone de mil
euros
y del no tengo para un piso,
es el Madrid donde scrolleamos
donde ahora se lleva el tardeo.
Es el Madrid donde convivimos,
cuatro generaciones, al menos,
pero no nos mezclamos.
Hemos cambiado el vermú
por la kombucha,
y nuestras armas son el #Metoo
o el #ContigoJennni.
Es el Madrid de los demás.
Ya no es el Madrid de mis abuelos
ni el de los tuyos,
ni siquiera es mi Madrid.
No, no lo es
no es el Madrid
que dio cobijo a los paletos.
Es el Madrid de las mentiras
de las fake news,
y de los miedos.
Es el Madrid de los poetas
exiliados,
solo que ahora somos todos,
y ya no quedan gatos
que maúllen mientras Madrid está
de tardeo.
Es el Madrid que te devuelve
a la España vaciada.
Pero sin escuelas,
sin educadores, ni médicos
y sin bibliotecas,
pero con políticos
de selfie.
Es el Madrid donde los muertos
nunca duermen en paz
pero tampoco los vivos.
Madrid.
Ese amor tóxico del que no
saldrás indemne.
Libro tomado en préstamo de las bibliotecas. |
El libro está escrito por una de
las personas que más saben de este trastorno neurológico, que además va
acompañado de otros (Altas capacidades, o Tea) La traducción emplea un
vocabulario muy simple y sencillo, es decir, que prácticamente cualquier persona
puede adentrarse en su lectura.
Me ha sorprendido gratamente que tenga ejemplos de personas que desciben sus situaciones. de esta forma se consigue entender muchos aspectos y verse uno reflejado.
Otro de los aspectos que destaco es que está a favor de la medicación pero siempre controlada para evitar que se convierta en una adicción, ya que uno de las consecuencias que tiene este trastorno es la facilidad con la que estas personas se pueden volver adictas (videojuegos, drogas, alcohol, compras compulsivas...) Es más, explica cómo afecta un tipo de medicación u otro.
Cómo piscológo, neuropisquiatra o
psquiatra, te interesa para entenderlo el trastorno, te ayuda a leer ejemplos
de cómo se sienten esas personas y te da los tests que tienes que tener en
cuenta en adultos.
Como paciente y/o familiar te ayuda a entenderlo, y aunque no vayas a poner en práctica, si que puedes evaluarte o evaluar a la persona cercana, y
sobre todo saber qué pasos hay que dar para ayudarla a enfrentarse a los retos
que nos enfrentamos todos (conducir, trabajar, estudiar, vivir en pareja), pero
con más paciencia, control, y disciplina.
Puedes preguntarme si te interesa
cómo leerlo. Yo lo lei en las bibliotecas públicas a través de un PIC.
Fuente:afindecuentos.com |
Hoy vengo con una reseña sobre un
libro que nos descubre una pequeña parte de la historia de las bibliotecas, o para
ser más exactas, de la figura de las mujeres que se encargaron de transmitir la
cultura a través de los caminos americanos.
El libro está escrito e ilustrado
por Concha Pasamar . Te resumo muy
brevemente quién es para evitar duplicar contenido, que ya está en su web. Se
dedica a ilustrar y escribir literatura infantil y juvenil.
La historia se ambienta durante
los años posteriores al crack del 29. Para
quien llegue hasta aquí y no sepa qué fue lo que ocurrió en 1929, van estas
líneas. Se le conoce como Martes Negro, que fue cuando la bolsa de Nueva York
se desplomó. Este hecho conocido también como La Gran Depresión de 1929 vino
después de una época de bonanza económica, y fue tan larga que duró hasta bien
entrados los años treinta.
Dejó una América desolada, arruinada,
de miseria, y con grandes tasas de desempleo; ya que afectó tanto a los más pobres
como a los ricos empresarios. Con este panorama el presidente Roosevelt tuvo que
idear nuevos proyectos. Así surgiría la idea de que las mujeres formaran parte
del nuevo proyecto para difundir la cultura.
En la primera parte se asienta el
contexto histórico, lo que después ayudará a entender la importancia de las
bibliotecarias a caballo. Los capítulos son cortos, más que capítulos diría que
son apartados en los que cada uno trata de explicar un hecho concreto, de forma
casi cronológica. Están acompañados por unas ilustraciones que
representan la fauna americana, la lucha por el trabajo y las labores tradicionales
de las mujeres en aquellos años. Se puede entrever la felicidad de la población
en las caricaturas de los niños y adultos cuando llega por fin con las nuevas
lecturas.
Estas bibliotecarias a caballo
trabajaron con la escasez de materiales y fueron capaces incluso de convertirse
en editoras. Al final de la lectura encuentras una playlist y unos datos muy curiosos
sobre cuánto duró este plan y a cuántas personas llegó.
La obra de Concha Pasamar (Fleco
de Nube, Hora de soñar, o Mil historias en la piel) está disponible en las bibliotecas
públicas de Madrid.
Te dejo más abajo cuál es la signatura
Signatura: J-305 PAS bib
Desastre,
plásticos tirados,
Imagen creada con Copilot (IA) |
humos encendidos,
telas sin desgastados hilos,
vidas apagadas, millonarios
de postureo.
Plásticos que comemos,
vidas que quemamos,
vientos embrutecidos,
pobres de postureo,
Buenas tardes,
Hoy os traigo una carta. Esta carta forma parte del curso que estoy realizando con Fuentetaja para recordar la forma correcta de acentuar y de usar los signos.
Espero que la disfrutéis.
Querido cuerpo,
Tus piernas me han llevado de un
lado a otro, permitiéndome ágilmente pasar del colegio, al instituto y
de ahí a la universidad. No son las mejores
piernas, no valemos para correr, no vamos a ganar una maratón corriendo, pero
aún nos queda mucho camino. Con tus manos he aprendido a escribir, en papel y
más tarde en ordenador, para poder expresarme sin tener que contarle a nadie lo
que me pasaba. Ahora no entiende
nadie nuestra letra, pero para eso tienes unos ojos, para seguir leyendo la
línea de la vida. Déjame decirte que, aunque tus cuatro ojos a veces pierdan el
autobús, son maravillosos porque han podido ver el mar, la montaña, la nieve y
ver nacer a tus sobrinos sanos.
Quiero que sepas que aún llevo las marcas que me dejaste cuando fui creciendo. Las enormes y largas estrías blancas y rosas, más y menos profundas, que me acompañan desde la preadolescencia. Es uno de los recuerdos que me has dejado en los muslos, en los pechos, y en los brazos. Hubo un tiempo en que las odié, hoy las odio un poquito menos. Supongo que algún día conseguiré no odiar esos surcos, y verlas como un signo de madurez.
Quiero que sepas que me dicen que tengo los pies muy pequeños, pero que a mí me gustan porque me recuerdan a los de mi madre, que a veces miro mis tobillos y no los reconozco. Pero que ahí siguen soportando mi metro sesenta y cuatro de idas y venidas.
¡Qué decirte de tus orejas! Son pequeñas, y redonditas, al igual que tu nariz. Me encanta calentarlas con tus manos cuando están frías.
Gracias por dejar que pueda sentir a través de mi piel el contacto con cierta persona especial, porque puedo sentir lo suave de su piel y sus carnosos labios.
Parecía que ya te estaba entendiendo, que habíamos conseguido empatar la partida, pero estás volviendo a ganar. Me gusta cuando no me haces sentir que quiera despegar la cabeza del cuerpo. Me estaba encontrando contigo, pero siento que estamos volviendo a perdernos.
Aun así gracias cuerpo por ser el
que me sostiene, aunque unos días sean mejores que otros, aunque tenga que
seguir aprendiendo a quererte en cada etapa de mi vida.