Me llamó. Giró, y se nubló. Se
había desorientado. En las calles donde llevaba viviendo sesenta años. Y todo
esto después de estar encerrados.
Desde entonces, desde aquella
noche en la que hubo que salir en la madrugada, desde aquellos días en los que
estuvo ingresado. Ahora que empieza a temblar, y está más viejo, y más
débil. Yo me pregunto ¿Qué fue de
nosotros después de nuestro divorcio, como padre e hija? Y me retumba “Pero es
tu padre”. Aun así, lo noto; el cambio. Pero es como un voluntariado. Sólo que
pesa más.
0 Comments