Regresa a mí

junio 08, 2024

 

-Luz, ¿qué pasa? – me preguntó mi madre

-Nada – respondí casi entre sollozos

 

Pero sí pasaba.

 

No podía hablar. Solo sentir cómo mi garganta se quemaba. Cómo sentía un desgarro al imaginar todo lo que se había ido. Dieciocho años de mi vida juntos. Los últimos nueve, para mí, como si fueran un matrimonio consolidado con alianzas de por medio.  Viviendo el primer viaje a la playa, el primer trabajo, el primer curriculum, y los que vinieron después, los primeros conciertos; el carné de conducir, las cenas familiares, el primer beso y contacto piel con piel. Todo se fue en el momento en el que aceptó que no había marcha atrás. En el instante en el que quiso esconderme como yo si fuese la otra.

 

Como un castigo que me castiga también a mí porque ese proyecto en el que estaba ahora sólo era para mí.  Lo veo, y ahora, y aquí sentada se me hace grande.  Cuando creía que estábamos más cerca era cuando más lejos estábamos.  Y sigo sin entender realmente porqué paso.

 


Esta historia no empezó hace dieciocho años, no. Esta historia comenzó cuando yo tendría unos nueve o diez. En una actuación de fin de curso. Un niño mayor que yo, regordete y muy rubio bailando en el gimnasio del colegio. Y ahí, sin saberlo se había abierto mi corazón, y ahí también se había cerrado.

 

Y continúa años después. Cuando nos volvemos a encontrar en el instituto. Él no sabía quién era yo. Yo, sí sabía quién era él. Un saltito dentro de mí es lo que noté. Un nexo como si ya le conociera.  Mientras tanto habíamos estado pasando por traumas que nos afectarían más tarde.

 

Yo lo llamé destino, un tiempo después. Destino, porque tuve que alejarme estando a tiempo de no herirme más. Destino, porque nos encontramos sin buscarnos, y sin habernos escrito. Me escribió un SMS, y recuerdo que me dijo que le había gustado verme.

 

Le devolví el SMS y empezamos a quedar. Días después, ya no sabía nada. Tenía que aguantarme las ganas de escribirle para evitar que huyera de mi lado. No éramos nada. Aún tenía que pasar el tiempo. En aquel entonces me hizo ghosting. Recuerdo preguntar a alguien y me volvió a escribir.

 

No había nada. No querías nada. Nos seguimos viendo. Yo le fui a buscar antes de la universidad, para verle antes de que entrara a trabajar. Eran unos pocos segundos, pero valían la pena. No había nada. Nos seguíamos viendo. Entre selectividad y primer año de universidad intenté conocer a alguien. No había conexión, unas citas de cine y poco más. Seguía latiendo a tu lado.  Salías del gimnasio y venias. Lo dejaba todo por un rato contigo. Fueran las diez de la noche o las cuatro de la tarde de un tórrido verano. Daba igual el calor o el frío, buscaba tu contacto.

 

Pero le di un beso y empezó todo a rodar. ¿Cuándo cambió algo? ¿Cuándo empezamos a bailar al mismo son? Nos dejamos fluir y el resto ya es historia.

 

Estaba deshaciendo la última maleta cuando vi el baúl. Lo abrí, y allí lo tenía de vuelta.  Tenía que empezar a vivir de nuevo y al mismo tiempo sanar una herida que jamás pensaba que tendría.

 

-Se acabó.

 

Allí estaba mi corazón. 

 

 

 

  • Share:

You Might Also Like

0 Comments