Buenas tardes,
Hoy os traigo una carta. Esta carta forma parte del curso que estoy realizando con Fuentetaja para recordar la forma correcta de acentuar y de usar los signos.
Espero que la disfrutéis.
Querido cuerpo,
Tus piernas me han llevado de un
lado a otro, permitiéndome ágilmente pasar del colegio, al instituto y
de ahí a la universidad. No son las mejores
piernas, no valemos para correr, no vamos a ganar una maratón corriendo, pero
aún nos queda mucho camino. Con tus manos he aprendido a escribir, en papel y
más tarde en ordenador, para poder expresarme sin tener que contarle a nadie lo
que me pasaba. Ahora no entiende
nadie nuestra letra, pero para eso tienes unos ojos, para seguir leyendo la
línea de la vida. Déjame decirte que, aunque tus cuatro ojos a veces pierdan el
autobús, son maravillosos porque han podido ver el mar, la montaña, la nieve y
ver nacer a tus sobrinos sanos.
Quiero que sepas que aún llevo las marcas que me dejaste cuando fui creciendo. Las enormes y largas estrías blancas y rosas, más y menos profundas, que me acompañan desde la preadolescencia. Es uno de los recuerdos que me has dejado en los muslos, en los pechos, y en los brazos. Hubo un tiempo en que las odié, hoy las odio un poquito menos. Supongo que algún día conseguiré no odiar esos surcos, y verlas como un signo de madurez.
Quiero que sepas que me dicen que tengo los pies muy pequeños, pero que a mí me gustan porque me recuerdan a los de mi madre, que a veces miro mis tobillos y no los reconozco. Pero que ahí siguen soportando mi metro sesenta y cuatro de idas y venidas.
¡Qué decirte de tus orejas! Son pequeñas, y redonditas, al igual que tu nariz. Me encanta calentarlas con tus manos cuando están frías.
Gracias por dejar que pueda sentir a través de mi piel el contacto con cierta persona especial, porque puedo sentir lo suave de su piel y sus carnosos labios.
Parecía que ya te estaba entendiendo, que habíamos conseguido empatar la partida, pero estás volviendo a ganar. Me gusta cuando no me haces sentir que quiera despegar la cabeza del cuerpo. Me estaba encontrando contigo, pero siento que estamos volviendo a perdernos.
Aun así gracias cuerpo por ser el
que me sostiene, aunque unos días sean mejores que otros, aunque tenga que
seguir aprendiendo a quererte en cada etapa de mi vida.
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