Me encontraba encerrada, a oscuras, en una fría estancia. Amplia, llena de estanterías. Estaba sola, y tanteando la
pared buscaba el camino. Cuando empecé a oír las voces salir de entre aquellos
manuscritos, y una tormenta empezó a oírse entre los muros del viejo cuartel, sonó un fuerte trueno acompañado por el
reflejo de una sombra.
Pude oír una fina voz decir
claramente “Hola. Vengo a devolverlo”. Así que con la mano en el pecho abrí la
ventanilla y le devolví el libro.
Los muros del viejo cuartel
resultaron ser las paredes del módulo de Aluche, la sombra se fue con una
historia más que leer, y yo seguí en el cuartel.
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