Roma, Italia,
27 de junio de 2018
Amore mio,
Por supuesto que han llegado
todas esas cartas. Por supuesto que no quiero que esa sea la última. No quiero,
de hecho, que lo sea ninguna. Estoy volviéndome loca con esta espera y con la
incertidumbre de no saber por qué dices que sea la última. ¿Por qué me pides que te espere?
Por favor, escríbeme, respóndeme
y sigue enviándome las palabras con las que cada noche me acuesto y me
levanto.
¿Te acuerdas del primer
poema? Yo no lo olvido. Igual que no te olvido a ti, por mucho que me lo
digan. A pesar de distancia, no he olvidado los paseos por el centro de
Madrid, las noches en las que salíamos mojados por la lluvia repentina del Cine
de Verano del Parque Calero. Ni olvido aquellos primeros besos a
escondidas, ni la primera vez en que entrecruzamos las miradas de la forma tan
cómplice como tantas veces había deseado antes.
La verdad, no sé cómo pasó. No
sé cómo llegué a sentir tu mano entrelazada con la mía. Sólo sé que a poco a
poco, entre correo y correo, y entre aquellas pequeñas visitas a mi casa (a
horas intempestivas) te sentía un poco más cerca de mí.
Por eso, por eso sé que cuándo
me fui no dudé en que seguiría esperando, aunque abra el buzón y lo encuentre
vacío seguiré haciéndolo, porque habitas en mí.
Mi manchi (1)
Te extraño
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