Se pasa la tarde sentada escuchando las palabras de otros, pensando en las letras de los demás, pero cuando intenta juntar las suyas siente cómo se caen del folio. Una a una se precipitan y forman el punto de la interrogación. Una interrogación cada vez más grande que esconde una respuesta que aún no puede ver porque las vendas del tiempo ciegan y apagan su esperanza.
Mañana será otro día en el que tendrá que seguir trabajando aún si saber qué le espera. Otro día en el que una palabra más se unirá a esas otras tantas que antes que ella llegaron a sus pensamientos.
(Publicado en Sopa de Relatos)
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